Saturday, 8 April 2023

Individuality (revisited)

 

dicklyon CC BY-SA 4.0
 
This piece was drafted in January, for some reason was never published but via the recent piece on Authenticity has come round again.

I was reminded recently, through conversation, of a piece seven years old now: Standardisation and Individuality It contrasted individuality, uniqueness, creativity and the personal against the store bought, the fabricated, the mass produced.
 
Even more recently I came across the eerie, mocking French version of the famous Malvina Reynolds' protest song "Little Boxes" (1962), which is an amplification of that concern about standardisation.  What happens when we start standardising not just products and food, but education, work, human lives and expectations at a societal level? 

So why, 50 years on from Reynolds' song, with an eye on the future and a glance to the past, are we, as a society still fixated on standardisation and homogeneity and if, so, why?  Because it's predictable? Because it's reliable? Because it's safe? And if so, what then is the trade-off? What do we lose?

Pete Seeger also covered Reynolds' song. It's just a guy with a banjo singing  a very simple song. George Brassens - for decades, my favourite French singer - takes the same, unadorned approach to performance.  He is clearly not a well man in this video singing 'La Mauvaise Reputation', a song about going your own way, despite the disapproval of others. That's the flip side of individuality - not everyone likes it.  Most of society is built around the idea of conforming and some are more that way inclined than others. 

Brassens' songs are inimitable:  ostensibly simple but layered, simultaneously dirty, funny, savage, smart, controversially ambiguous - and literary.  He often used the past historic tense - usually reserved for literary texts. They are deeply personal, entirely unique.  While his songs have, hopelessly, been copied, as far as I know, he did not himself copy other songs in the way that, say, 'Le premier bonheur du jour' (Francoise Hardy, 1963) has been redone again and again - including a bizarre psychedelic version by Brazilian group Os Mutantes and as a disturbing, unsettling version by Francoiz Breut a counterpoint to this rather saccharine and sentimental song that trades mostly upon its 7 note, catchy scale.  

Chez Brassens, the guitar is usually distinctively rhythmic and the music could hardly be more spare, but it amplifies, and enlivens that poetry.  There is something vulnerable, courageous, appealing about one human, their own voice accompanied only by the instrument they play. There is no fanfare, no backing, no reverb and, best of all, no affectation. 

I think of my favourite dancers and they are guys who feel and interpret the music in wholly individual ways. They are the guys who like to dance the rhythmic music with the energy it needs and guys or who embrace the silence as much as the music, it's in the way they embrace me or simply the way they interpret the music. If they all came in standardised bodies and I was blindfolded I would still know who they are because of that individuality. 




Este artículo se redactó en enero, por alguna razón nunca se publicó, pero vuelve a ser relevante tras el reciente artículo sobre la Autenticidad.

Hace poco, a través de una conversación, me acordé de un artículo que ya tiene siete años: En él se contraponía la individualidad, la singularidad, la creatividad y lo personal a lo comprado, lo fabricado y lo producido en serie.

Más recientemente aún, me encontré con la inquietante y burlona versión francesa de la famosa canción de protesta de Malvina Reynolds "Little Boxes" (1962), que es una amplificación de esa preocupación por la estandarización.  ¿Qué ocurre cuando empezamos a estandarizar no sólo los productos y los alimentos, sino la educación, el trabajo, las vidas humanas y las expectativas a nivel social? 

Entonces, ¿por qué, 50 años después de la canción de Reynolds, con la vista puesta en el futuro y una mirada al pasado, seguimos obsesionados como sociedad con la estandarización y la homogeneidad y, si es así, por qué?  ¿Porque es predecible? ¿Porque es fiable? ¿Porque es seguro? Y si es así, ¿cuál es la compensación? ¿Qué perdemos?

Pete Seeger también versionó la canción de Reynolds. Es sólo un tipo con un banjo cantando una canción muy sencilla. George Brassens -desde hace décadas, mi cantante francés favorito- adopta el mismo enfoque de interpretación, sin adornos.  Está claro que no es un hombre en buen salud en este vídeo cantando "La Mauvaise Reputation", una canción sobre seguir tu propio camino, a pesar de la desaprobación de los demás. Esa es la otra cara de la individualidad: no a todo el mundo le gusta.  La mayor parte de la sociedad está construida en torno a la idea de conformarse, y algunos son más proclives a ello que otros. 

Las canciones de Brassens son inimitables: ostensiblemente sencillas pero estratificadas, simultáneamente sucias, divertidas, salvajes, inteligentes, polémicamente ambiguas... y literarias.  A menudo utilizaba el tiempo histórico pasado, normalmente reservado a los textos literarios. Son profundamente personales, totalmente únicas.  Aunque sus canciones han sido irremediablemente copiadas, que yo sepa, él mismo no copió otras canciones del modo en que, por ejemplo, "Le premier bonheur du jour" (Françoise Hardy, 1963) ha sido rehecha una y otra vez, incluida una extraña versión psicodélica del grupo brasileño Os Mutantes y una versión inquietante y perturbadora de Françoiz Breut. Es un contrapunto a esta canción más bien sacarina y sentimental que se basa principalmente en su pegadiza escala de 7 notas.  

Chez Brassens, la guitarra suele ser marcadamente rítmica y la música difícilmente podría ser más parca, pero amplifica y aviva esa poesía.  Hay algo vulnerable, valiente, atractivo en un ser humano, en su propia voz acompañada únicamente por el instrumento que toca. No hay fanfarria, ni acompañamiento, ni reverberación y, lo mejor de todo, ninguna afectación. 

Pienso en mis bailarines favoritos y son hombres que sienten e interpretan la música de formas totalmente individuales. Son tipos a los que les gusta bailar la música rítmica con la energía que necesita y tipos o que abrazan el silencio tanto como la música, ya sea en la forma en que me abrazan o simplemente en la forma en que interpretan la música. Si todos vinieran con cuerpos estandarizados y me vendaran los ojos, seguiría sabiendo quiénes son gracias a esa individualidad. 

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